top of page

Ocho consejos para considerar a la hora de preparar tu clase a niños

Como Iglesia Curauma amamos a los niños y deseamos que el trabajo con ellos sea en santidad y con dedicación. Por eso te queremos dar estos ocho consejos que debes considerar para preparar y exponer la lección a los niños.

1. Ora y depende del Señor

Parece obvio y se podría dar por asumido que cada enseñador prepara la clase con oración. Pero créeme que no podemos asumir eso. La oración es una de las cosas que solemos dejar de lado. Pero rogamos que Dios te libre de demostrar independencia y autosuficiencia en algo sacro como la enseñanza de su palabra.

La falta de oración podría demostrar nuestra independencia y confianza en nuestros esfuerzos, por consecuencia, una vida de oración demuestra dependencia al Señor. Ora, aunque sientas que eres buen enseñador de niños. Y si sientes que eres malo, ora de igual manera. Te invitamos a depender sólo del poder de Espíritu Santo y no en tus propias capacidades sean cuales sean. 

Jesús dijo “Separados de mí no pueden ustedes hacer nada” (Juan 15:5). Recuerda estas palabras en tu preparación, antes de dar la lección.

Pero este consejo no es para añadir una carga a tu preparación, sino, todo lo contrario. La idea es que seas libre de la responsabilidad de transformación del corazón del niño. No es algo que pueda depender de ti, así que descansa y disfruta la preparación de tu clase. Separados de Jesús no podemos hacer nada, ni siquiera una clase a nuestros niños.

2. Estudia con tiempo

Solemos ser creativos para buscar excusas para no hacer lo que debemos hacer. Y como profesor y pastor de niños, debes ocuparte de preparar con tiempo tu clase.
Es común ver a profesores de niños impartir la clase sin siquiera estudiarla, o con un estudio notablemente mediocre. Me imagino que, si tu audiencia fuesen adultos, en un contexto de culto dominical, no te prepararías tan mediocremente, si no que la preparación sería con mucha devoción y preocupación. ¿Por qué no es igual al preparar una lección para niños? Porque aún está inserto subestimar a los niños y mirarlos como cristianos de segunda categoría, lo cual no creemos en Iglesia Curauma.

Estudia la lección, intenta aportar cosas, no tienes que seguir la lección entregada al pie de la letra. Sé innovador y creativo para intentar llevar de mejor manera el mensaje a los niños.

3. Sé amable

Tal vez no eres conocido por ser una persona muy amable, ni tengas un gran carisma, pero esto es importante; sea cual sea tu personalidad, debes ser amable con los niños. Eso es algo que caracterizó a Jesús en su relación con los niños, a tal nivel que se acercaban para que los tocase y los bendijera.

 

La amabilidad es parte del carácter cristiano. Somos llamados a revestirnos de amabilidad (Colosenses 3:12) a tal nivel de que sea evidente para todos (Filipenses 4:5).
¡Y que sea evidente al momento de hacer tu clase con los niños! Ellos a veces pueden exasperarnos, es por eso que la amabilidad debe ser estable y no dependiente del comportamiento de los niños. 

Eso no quiere decir que dejarás que hagan lo que quieran y se comporten como quieran, sino que la amabilidad de la que hablamos, está ligada al servicio y al afecto hacia los niños, y eso no debe desaparecer al momento de pedir orden y respeto.

4. Trata de ser dinámico

Cada profesor tiene una personalidad diferente, tal vez la tuya no ayuda a que el dinamismo fluya fácilmente. Lo cierto es que para dar la lección debes buscar la forma de que ellos presten atención y generalmente, los niños toman más atención a una clase dinámica.

En este punto nos gustaría hacer algunas recomendaciones:

  • Intenta sacar provecho al lenguaje corporal. Esto ayuda a los niños a su concentración al ver que deseas expresar algo no sólo con palabras. Mueve tus manos, párate si es necesario, míralos y que tu rostro refleje lo que estás hablando.

  • Interactúa con ellos. Haz buenas preguntas, intenta conversar con ellos.

  • Ocupa un lenguaje sencillo.

  • Da muchos ejemplos. Esto ayuda a que los niños entiendan de manera práctica lo que estás enseñando. El material contiene ejemplos, pero tal vez no sea suficiente.

  • No leas la lección. Este punto es muy importante. Si no estudiaste ni te preparaste como debe ser, lo más probable es que sólo leas la lección. Pero también hay casos en que estudias la clase, pero de igual manera la lees frente a los niños por un tema de seguridad o para evitar perderte u omitir algo. El problema con leer la lección es que le quita dinamismo y se vuelve impersonal, ya que se corre el riesgo de no interesarte en el aprendizaje de los niños y sólo preocuparte de dictar la clase.

La mente y el corazón de cada profesor, debe estar enfocada en la gloria de Dios y, por ende, que los niños glorifiquen a Dios ¿Cómo tengo que hacerlo para mostrarles más claramente el evangelio? ¿qué debo hacer para que presten atención? Preguntas como estas son las que debes hacerte cada vez que tengas que preparar tu clase.

5. No subestimes a los niños

Algo muy común en los adultos es subestimar a los niños. En el caso de las lecciones, buscamos entregar todo “en bandeja, cocinado, masticado y digerido”. Eso a veces es porque subestimamos la capacidad cognitiva del niño. 

Nuestra tarea es ayudarles a sacar sus propias conclusiones. Guíalos con buenas preguntas, pero siempre deja como última instancia dar la respuesta.

Si las cosas ya están desmenuzadas y digeridas, difícilmente lograremos despertar el interés del niño y no lo estimularemos a autoevaluarse ni a razonar ni a examinar las Escrituras y descubrir por sí mismo lo que Dios le está hablando.

Por otro lado, ¿por qué evitar hablar con los niños palabras un poco más difíciles como justificación, gentiles, circuncisión? ¿o hablar de atributos de Dios como soberanía, presciencia, justicia, ira? ¿o relatos crudos como la muerte de Jesús, el castigo de Dios a algún pueblo?

Generalmente tratamos de evitar algunos temas porque dudamos de que sean capaces de entenderlo y omitimos ciertos conceptos porque pensamos que no podrían asimilarlo. Pero ¿no sería mejor utilizar nuestros esfuerzos, creatividad y tomar el desafío de explicar temas bíblicos complejos a los niños? Aunque entiendo que puede haber temas complejos, como la sexualidad, por ejemplo, pero como enseñadores debemos buscar el equilibrio entre explicar todo el mensaje de Dios revelado en la Escritura y evitar dañar la susceptibilidad de los niños e incluso la de los padres, pero nunca el énfasis debe estar en evitar un tema bíblico, sino mas bien, en cómo explicamos a los niños sin pasar a llevar la crianza que le dan los padres y sin dañar la mente del niño.

6. Involúcrate y contextualiza

Es importante que conozcas el contexto de los niños, que sepas lo que están viendo, cuáles son sus intereses, qué música están escuchando, que animaciones están viendo, etc.
Hace poco una enseñadora le estaba hablando a unos escolares en la iglesia sobre la grandeza del perdón de Dios y que Dios pudo perdonar a alguien tan malo como lo fue el Apóstol Pablo antes de ser cristiano. Y para introducir el tema preguntó: “¿ustedes creen que Dios podría perdonar a Thanos?” (supervillano de Marvel). La respuesta de los niños fue un rotundo “¡NO!”, pues sabían de quién estábamos hablando. Y esta ilustración contextualizada dio pauta para que los niños pudiesen dimensionar el poder del perdón de Dios.

Así que te animamos a que conozcas el contexto de los niños a quienes enseñas, servirá mucho para aplicaciones e ilustraciones.

Te animamos también a que conozcas sus nombres, sus problemas, su núcleo familiar, etc. Algunos de ellos llegarán notoriamente tristes, o tendrán una reacción extraña o un comportamiento inadecuado. Esto es fruto de alguna frustración del corazón. Conocerlos te ayudará a pastorearlos. 

7. Escucha a los niños

¡Interactúa con ellos! Esto es clave para dar la lección. No queremos que sea un monologo. Como profesor debes interesarte en el corazón de los niños. Tienen muchas cosas que decir y a través de eso puedes saber lo que piensan, conocerlos y pastorearlos. 

Recuerda que “de la abundancia del corazón habla la boca” (Proverbios 4:23), y una buena forma de saber qué hay en el corazón del niño es escucharlo. De esto hablaremos en el siguiente punto.

El riesgo que corremos al escuchar mucho a los niños es tener una clase dispersa e incoherente. Hay un límite para escucharlos en una lección y el límite es la misma lección. Pregúntale cosas respecto al tema y si se desvían, pídele con amabilidad que vuelva al tema.

8. Pastorea el corazón

El material escrito no es suficiente, no llega al corazón. Tienes que buscar ejemplos y trabajarlo. Te animamos a que te esfuerces para que los niños logren disfrutar a Dios a través de la lección. Pero para pastorear el corazón de los niños no es sólo dictar una clase lúdica y dinámica, sino que está enfocada en que los niños sean formados a la imagen de Cristo. Si los escuchas, si haces buenas preguntas, si te preocupas realmente de escuchar el corazón de los niños, tendrás la tremenda oportunidad de pastorearlos. Hazles reflexionar en sus fallas, gozarse en el perdón, guíalos a disfrutar la reconciliación con Dios. El fin de todos los otros consejos es este, pastorea el corazón de los pequeños. Como enseñador de niños cumples una función de pastor, los estás guiando a Cristo, les ayudas a combatir el pecado y les muestras la Gloria de Dios reflejada en la Escritura.

Conclusión

Te recomendamos leer esto cada vez que tengas que preparar tu clase. Nuestra memoria es frágil y solemos olvidar estos detalles importantes. ¡Dios es exaltado al preparar tu clase con dedicación! Te animamos a amar a los niños llevándoles una buena lección que puede transformar su corazón. Te animamos a que ames a Dios tomando muy en serio la tarea que Él te dio para servir a Su iglesia.

David Pacheco

bottom of page